lunes, 4 de abril de 2011

Una cursilería de las que nos gustan

 "Un hombre bastante mayor vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras le curaba le pregunté que era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. 
Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que llegara tarde esa mañana. 
-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce. 
Entonces le pregunté extrañado: 
-Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de ir cada mañana?, ¿por qué tanta prisa? 
Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: 
-"Ella no sabe quién soy pero yo todavía sé muy bien quién es ella".