viernes, 20 de mayo de 2011

#Spanishrevolution (Enrique Dans dixit)

Finalmente, pasó lo que tenía que pasar. Unos políticos convertidos, según el CIS, en uno de los principales problemas de los ciudadanos. Desprecio, degradación de la democracia hasta convertirla en una partitocracia enferma. Partidos que se comportan como grandes  empresas ineficientes, burocráticas y corruptas al servicio de lobbies económicos. Una crisis económica que representa una crisis total del modelo.

La chispa fue la tan comentada ley Sinde: la escenificación de la farsa, el momento en que tres grandes partidos pactan para sacar “por encima de todo y de todos” una ley que favorece únicamente a un lobby de poder, por encima del interés de los ciudadanos. Ni se imaginaban la que estaban liando. A partir de ahí, rebelión en la red, manifiestos, repercusión mediática… pero según los partidos, carecíamos de capacidad de convocatoria. Éramos cuatro gatos.

Pero llegaron los jóvenes, esos que “no se movilizaban nunca”. JuventudSinFuturo primero, y DemocraciaRealYA después, con una espléndida organización, sacaron a los ciudadanos a la calle. Y el 15M fuimos decenas de miles. Ahora estamos en las plazas, en embajadas en el extranjero, en la prensa internacional… mientras una irresponsable Junta Electoral criminaliza a miles de ciudadanos e intentando apagar el fuego echando gasolina. ¿La reacción lógica? Desobediencia civil. No se puede hacer una revolución respetando todas las reglas. Detén esto… si puedes.

Ponerse a buscar conspiraciones paranoicas es digno de quien no es capaz de entender la realidad más que mirándola a través de su propio filtro, ese que solo permite ver rojo o azul. Una simplificación burda y casposa que ya no representa a una ciudadanía plural. Los que estamos en la calle pedimos – exigimos – cambios. Una restauración de la democracia. Modificaciones de fondo, cambios radicales, transparencia, honestidad, separación de poderes. Nos van a escuchar… o gritaremos mucho más alto. La política que vivía al margen de la red y de los ciudadanos debe morir. Mientras, seguiremos en la calle.

Son los nuestros. (Julio Anguita dixit)

Están hartos. Saturados de discursos y prácticas tramposas. Escandalizados de que tanto ladrón ilustre acapare los flashes y las cabeceras de los informativos en lugar de las crónicas de los juzgados de guardia. Dolidos por causa de la sordidez de las políticas al uso, aparentemente dictadas por esos inventos exculpatorios denominados mercados.

Atónitos ante la degradación y caricaturización de conceptos como Justicia, Libertad o Democracia. Zaheridos por el permanente agravio que suponen el despilfarro de una minoría frente a los esfuerzos infructuosos para supervivir, de una mayoría. Lúcidamente rebeldes ante una pasividad generalizada y además cultivada por la cultura oficial instalada en medios de comunicación, el adocenado lenguaje político al uso y los penosos discursos de tantos tenores huecos.

Cincuenta "ROTOS" para una canción desesperada...

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