miércoles, 11 de abril de 2012

Dimitris Christoulas

Tomado de Malasaña en pruebas, escrito por Jesús Goméz Gutiérrez

LAS PAREDES  (5 ABRIL 2012, 16:21) 
Están por todas partes, escritas en las paredes y en los cierres metálicos de las tiendas: «Robar sólo es delito para el pobre.» «La utopía de hoy es la verdad de mañana.» «Es la insurrección que viene.» «Revolución.» En unos barrios más que en otros, por supuesto, y tanto más duras cuanto más experiencia tiene la necesidad. Pero están y no decrecen. Llega la mañana con sus manos y las limpian; llega la noche con sus manos y las vuelven a escribir. Al final de la semana, siempre hay una frase más que al principio. Y afirman que, cuando haya frases suficientes y las paredes de Madrid sean una biblioteca de consignas, estrategias, advertencias, emplazamientos, llamamientos, apelaciones, declaraciones y deseos, habrán llegado el último día y la última noche de la opresión. 
Los ingenuos lo creen una ingenuidad. No pasará nada; nunca pasa nada. Pero si eso fuera cierto, por qué se responde a las palabras con más policía, más golpes, más detenciones y, dentro de poco, también con un Código Penal nuevo para que no quede ni un rebelde ni una frase sin castigo. Se responde así porque entre los hombres y las mujeres que nos gobiernan no hay ingenuos. «La utopía de hoy es la verdad de mañana.» Es real. «Es la insurrección que viene.» Como los muertos que esos hombres y mujeres van dejando en nuestros países; como las palabras de Dimitris Christoulas, 77 años, jubilado: «Y colgarán a los que traicionaron a la nación.» De momento, nuestras paredes no piden sangre. Quizás son demasiado limpias o quizás, más bien, ofrecen una última oportunidad a los que no las creen capaces de defenderse.