Esto de carreteros nos ha permitido conocer gente maravillosa, entre ellas destaca una persona admirable que hace tiempo nos recomendó el libro "cincuentena" de Luís García Montero, y fundamentalmente, su prólogo: "... el verdadero reto consiste en ser exigente, cada vez más exigente, pedir un buen vino, pero saborearlo no con matemática de enólogo, sino con alma de borracho. Un sorbo quizá, tan sólo un sorbo para no caer en el alcoholismo y no pagar las facturas que pasan los años. Pero que ese sorbo condense la pasión de un borracho".
Hoy colocamos aquí la poesía de dicho libro "Merece la pena (un jueves telefónico)" que nos chocó profundamente cuando la leímos por primera vez...:
Sobre las diez te llamo
para decir que tengo diez llamadas,
otra reunión, seis cartas,
una mañana espesa, varias citas
y nostalgia de ti.
El teléfono tiene rumor de barco hundido,
burbujas y silencios.
Sobre las doce y media
llamas para contarme tus llamadas,
cómo va tu trabajo,
me explicas por encima los negocios
que llevas en común con tu ex-marido,
debes sin más remedio hacer la compra
y me echas de menos.
El teléfono quiere espuma de cerveza,
aunque no, la mañana no es hermosa ni rubia.
Sobre las cuatro y media
comunica tu siesta. Me llamas a las seis para decirme
que sales disparada,
que se queda tu hijo en casa de un amigo,
que te aburre esta vida, pero a las siete debes
estar en no sé dónde,
y a las ocho te esperan
en la presentación de no sé quién
y luego sufres restaurante y copas
con algunos amigos.
Si no se te hace tarde
me llamarás a casa cuando llegues.
Y no se te hace tarde.
Sobre las dos y media te aseguro
que no me has despertado.
El teléfono busca ventanas encendidas
en las calles desiertas
y me alegra escuchar noticias de la noche,
cotilleos del mundo literario,
que se te nota lo feliz que eres,
que no haces otra cosa que hablar mucho de mí
con todos los que hablas.
Nada sabe de amor quien no ha perdido
por amor una casa, una hija tal vez
y más de medio sueldo,
empeñado en el arte de ser feliz y justo,
al otro lado de tu voz,
al sur de las fronteras telefónicas.
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