Leemos en
EL CONFIDENCIAL de hoy un
precioso artículo de Jesús Cacho del que extraemos los siguientes párrafos:
"...Endesa asegura haber contratado a Aznar para que “le oriente en su estrategia Latinoamérica”, una zona donde lo que básicamente tiene el bigotes son enemigos. Tan mostrencas razones han merecido el visto bueno de gran parte de los medios de comunicación hispanos. La verdad, sin embargo, es muy otra. Borja Prado es, además de capo de Endesa por voluntad de Enel, presidente en España de Mediobanca, primer grupo financiero e industrial italiano que aquí se dedica, entre otras cosas, a asesorar a la constructora ACS en su asalto a Iberdrola. Prado y Florentino Pérez, su íntimo amigo, son cabeza del que se ha convertido ya en el gran grupo de presión español de la segunda década del siglo XXI, un eje en torno al cual giran, entre otros, la familia March, los cajeros Isidro Fainé (La Caixa) y Rodrigo Rato (Caja Madrid), el inefable Del Rivero (Sacyr) y el financiador de casi todos ellos, Emilio Botín. La columna vertebral de ese grupo, la formada por el dúo Pérez-Prado, ha logrado pingües ventajas del Gobierno socialista de Zapatero. En la perspectiva, más que plausible, de un cambio de poder en Moncloa, el grupo necesita protegerse ante la eventualidad de un Gobierno presidido por Mariano Rajoy. Esa es la tarea que los Pérez-Prado han encomendado a Aznar: protección. Tráfico de influencias a gran escala. Corrupción al por mayor.
El presidente del Real Madrid le ofreció no hace mucho entrar en la directiva del Club, honor que rechazó el aludido, pero cada día es más frecuente verle en el palco del Bernabeu, antesala de todas las vergüenzas patrias (nota nuestra: el trampas, siempre el trampas...).
Esa protección incluye la defensa ante el futuro Gobierno de la cuenta de resultados de Endesa. Nada habría que objetar si el susodicho hubiera sido contratado por un fabricante de máquina herramienta de Llodio, una cadena de tiendas de moda de Arteixo, o un exportador de productos cárnicos de Aracena. Lo que no es aceptable es que el aludido ponga su red de influencias al servicio de empresas (todas las utilities -gas, electricidad, teléfono, autopistas y concesionarias en general-) cuyos ingresos dependen de decisiones administrativas, cuya cuenta de resultados vive de la tarifa que fija el Gobierno de turno, por no hablar del chollo de las subvenciones a las energías renovables. Ahí está la corrupción. Ese es el escándalo...."