martes, 3 de enero de 2012

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Yo quisiera, de ahora para siempre, que nos entendiéramos acerca de las palabras. Cuando se habla del capitalismo no se hace alusión a la propiedad privada; estas dos cosas no sólo son distintas, sino que casi se podría decir que son contrapuestas. Precisamente uno de los efectos del capitalismo fue el aniquilar casi por entero la propiedad privada en sus formas tradicionales. Esto está suficientemente claro en el ánimo de todos, pero no estará de más que se le dediquen unas palabras de mayor esclarecimiento. El capitalismo es la transformación, más o menos rápida, de lo que es el vínculo directo del hombre con sus cosas en un instrumento técnico de ejercer el dominio. La propiedad antigua, la propiedad artesana, la propiedad del pequeño productor, del pequeño comerciante, es como una proyección del individuo sobre sus cosas. En tanto es propietario en cuanto puede tener esas cosas, usarlas, gozarlas, cambiarlas, si queréis; casi en estas mismas palabra ha estado viviendo en las leyes romanas durante siglos, el concepto de la propiedad; pero a medida que el capitalismo se perfecciona y se complica, fijaos en que va alejándose la relación del hombre con sus cosas y se va interponiendo una serie de instrumentos técnicos de dominar; y lo que era esta proyección directa, humana, elemental de relación entre un hombre y sus cosas, se complica; empiezan a introducirse signos que envuelven la representación de una relación de propiedad, pero signos que cada vez van sustituyendo mejor a la presencia viva del hombre, y cuando llega el capitalismo a sus últimos perfeccionamientos, el verdadero titular de la propiedad antigua ya no es un hombre, ya no es un conjunto de hombres, sino que es una abstracción representada por trozos de papel: así ocurre en lo que se llama la sociedad anónima. La sociedad anónima es la verdadera titular de un acervo de derechos, y hasta tal punto se ha deshumanizado, hasta tal punto le es indiferente ya el titular humano de esos derechos, que el que se intercambien los titulares de las acciones no varía en nada la organización jurídica, el funcionamiento de la sociedad entera.

Lisa Simpson