sábado, 25 de septiembre de 2010

Introducción a Fonollosa (I)

Hace muchos años, vía el álbum "Albert Pla supone Fonollosa", conocimos la obra del, desde entonces, inolvidable Fonollosa. Su poesía, siendo nosotros no muy aficionados a ese genero, nos cautivó, era diferente a todo lo que habiamos leido hasta entonces, era la "antipoesía", poesía sin concesiones... "...yo retoco mucho los trabajos, quitándole todo lo que suene a sentimental o ramplón, para lograr la máxima objetividad posible, de acuerdo con la crisis emocional de mis anti-heróes".





José María Fonollosa (Barcelona 1922-1991) fue un poeta fracasado que prácticamente no llegó a publicar en vida y, para el que a finales de los años noventa, antes de empezar carreteras.org (germen de lo que hoy es carreteros.org), creamos un sitio web dedicado a su siempre sorprendente (aunque a veces, muy puntualmente, pueda parecer desagradable), poesía.


"... por buscar algo universal, algo permanente, hablo del individuo, de sus flaquezas, deseos y esperanzas. Porque eso es lo universal y permantente: el individuo. Este podrá ser masa, cuando va a saquear una casa, a gritar "Viva Fulano", no importa sea ruso, cubano o norteamericano, cuando luche por conquistar una libertad que le dé mejores medios de vida... Que será masa, entonces, repito, pero cuando llega la noche y regresa a su casa es un individuo, un hombre corriente que se siente alegre o triste, dichoso o desgraciado". Fonollosa continua explicando la función de sus sorprendentes poemas: "yo intento decirles a los hombres corrientes, a los individuos: "Vosotros los que os encontrais en este caso, no desespereis. En encontraros en este caso, el sufrir y sentirse solo, es una cosa corriente que le pasa a todo el mundo. No os desespereis creyéndoos un caso único, con ideas únicas o desgracias únicas. Eso que vosotros sentís, le pasa a todo el mundo...".

Y, como no, esta introducción a Fonollosa tiene que terminar con uno de sus poemas (relativamente light):

Puede hacerlo cualquiera. Comprobado.
Si en ti hay la aberración, rara e inútil,
de querer ser un nombre que trascienda,
no estudies ni te esfuerces. Simplemente
aprende a manejar una pistola.

Y piensa en esas rémoras que viajan,
sin billete, montadas en ballenas.
Tómate un whisky doble en un pub caro
y examina la lista de importantes. 
Elige el personaje destacado
con el que desearías asociarte
y compartir su gloria en el recuerdo.
Y usa acertadamente esa pistola.

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